Las calles del centro de Monterrey cambiaron de ritmo este sábado 21 de junio. Por unas horas, dejaron atrás el bullicio cotidiano y se pintaron de colores, música y consignas. Miles de personas salieron a celebrar la Marcha del Orgullo 2025, una de las expresiones más visibles del movimiento LGBT+ en Nuevo León.
Todo comenzó cerca de las seis de la tarde. El punto de arranque fue la estación General Anaya. Desde ahí, los contingentes empezaron a avanzar, marcando el paso al ritmo de batucadas, DJs y bocinas que no dejaban de sonar. El ambiente era eléctrico. Cada paso, cada bandera ondeando, cada sonrisa, hablaba de orgullo, resistencia y celebración.
En esta edición, como en otras, no faltaron los invitados especiales. Entre ellos destacaron los Wapayasos, quienes recorrieron la ciudad a bordo de un vehículo adornado para la ocasión. Su presencia fue recibida con aplausos, gritos y, por supuesto, muchas selfies. Era imposible pasar desapercibidos entre tanta energía.
Un Recorrido Lleno De Mensajes
A medida que el contingente avanzaba, las calles se fueron cerrando. La ciudad, acostumbrada al tráfico, por unas horas fue tomada por la diversidad. Fue un cambio de ritmo. Un alto necesario para mirar, para escuchar y, sobre todo, para respetar.
En el trayecto se podían leer carteles que exigían igualdad de derechos, respeto a las identidades diversas y justicia para las víctimas de violencia por orientación sexual o identidad de género. Muchos de esos mensajes no eran nuevos. Pero siguen siendo necesarios.
Las familias también marcharon. No solo las personas LGBT+. Hubo madres, padres, hijos, amigos, parejas heterosexuales y hasta mascotas. Porque el orgullo también se vive en colectivo. Porque el apoyo no se queda en redes sociales, sino que se camina.
Cuando la marcha llegó a la Macroplaza, alrededor de las 8 de la noche, el ambiente alcanzó su punto máximo. Las consignas retumbaron entre los edificios del centro. El Zócalo regio, tan acostumbrado a actos políticos o celebraciones tradicionales, se convirtió en un escenario multicolor donde se exigía un trato digno para todos.
La Ciudad También Tiene Memoria
Las imágenes del sábado se suman a una larga historia de lucha por los derechos LGBT+ en Monterrey. No es la primera vez que la Macroplaza se llena de banderas arcoíris. Y probablemente tampoco será la última.
Pero cada marcha es distinta. Cada año llegan nuevos rostros, nuevas generaciones, nuevas historias. Algunos asisten por primera vez. Otros repiten desde hace más de una década. Para muchos, participar en la marcha es un acto liberador. Para otros, es un homenaje a quienes no llegaron.
Y es que, aunque parezca fiesta —y lo es— también es protesta. También es memoria. También es resistencia. Porque ser LGBT+ en Monterrey no siempre es fácil. Aunque hay avances, todavía hay violencia, discriminación, y leyes que no terminan de garantizar derechos plenos.
Este tipo de eventos son, además, una forma de apropiarse del espacio público. De recordar que la ciudad también les pertenece. Que tienen derecho a caminar sin miedo, a besarse sin que los agredan, a existir sin esconderse.
¿Qué Sigue Después De La Marcha?
La celebración del Mes del Orgullo es, sin duda, uno de los eventos más esperados del mes de junio. Pero también es una pausa para reflexionar. ¿Qué pasa cuando se apagan las bocinas? ¿Qué ocurre cuando los colores se guardan y la ciudad vuelve a la rutina?
La lucha sigue. Las organizaciones, los colectivos, las personas activistas continúan trabajando los otros 364 días del año. Y siguen empujando cambios desde sus trincheras: en las escuelas, en los congresos, en los medios, en los hogares.
Este año, la Marcha del Orgullo en Monterrey dejó más que una postal colorida. Dejó un mensaje claro: la diversidad no es moda, es realidad. Y merece ser vista, escuchada y respetada.
A quienes asistieron, gracias por salir. A quienes aún no pueden, no están solos. Y a quienes aún no entienden, es momento de abrir la conversación. Porque el orgullo no se limita a un día ni a una calle. Se vive, se defiende y se celebra todos los días.